Periodismo rápido y barato S. A. (I)

Un comentario de Flat Earth News, el libro de Nick Davies que describe cómo se tergiversan, refritan y falsean noticias para servir intereses políticos y comerciales.

Disturbios, terrorrismo, etc. (fragmentos)

Nick Davies es una figura poco común en el periodismo británico, principalmente porque ha persistido en la admirable creencia en que informar es la principal tarea del gremio. Los periodistas informan mucho menos de lo que solían hacerlo, y mucho menos de lo que deberían, mientras que los periódicos han pasado a depender de los columnistas y de las notas de opinión. Antiguamente, todo ambicioso jovenzuelo que ingresara al periodismo habría visto Todos los hombres del presidente muchísimas veces, y habría soñado con provocar la caída de gobiernos con una sola primicia. Buena suerte a ellos. Davies era así. El equivalente jovenzuelo ambicioso de hoy soñaría con tener una columna con su foto en la parte superior, como prefacio de una oportuna incursión en la televisión o la política o alguna otra forma del mundo del espectáculo.

Davies, sin embargo, aún cree en el “trabajo de calle” y en obtener la información de primera mano. Esto lo llevó a reclutar a investigadores de la escuela de periodismo de la Universidad de Cardiff para expresar en números lo que estaba ocurriendo en la prensa británica. El resultado es esclarecedor y nefasto. El equipo de trabajo observó la producción de dos semanas de los diarios más prestigiosos y del Daily Mail, y analizó 2.207 notas inglesas. Se centraron en dos cuestiones: la cantidad de notas que estaban derivadas directamente de comunicados de prensa y la cantidad que estaban tomadas directamente de la principal agencia de noticia británica, Press Association. Los resultados fueron asombrosos, y no en el buen sentido.

Descubrieron que un apabullante 60 por ciento de estas notas de calidad consistían completa o principalmente en material producido por cables de agencia o por Relaciones Públicas, mientras que otro 20 por ciento contenía claramente elementos de este material, al que se le había sumado más o menos información. Del 8 por ciento de las notas, no consiguieron asegurar cuál fue la fuente utilizada. Eso deja sólo un 12 por ciento en donde los investigadores pudieron afirmar que todo el material fue generado por los propios reporteros. El mayor porcentaje corresponde al Times, donde el 69 por ciento de las noticias fueron total o parcialmente construidas con cables y/o RRPP… Los investigadores luego observaron aquellas notas basadas en la declaración de un hecho específico, y se encontraron con que el sorprendente 70 por ciento de ellas fueron a imprenta sin ningún tipo de corroboración del hecho central. Sólo el 12 por ciento de las notas mostró evidencia de que la declaración principal había sido rigurosamente chequeada.

Así que solamente el 12 por ciento de lo que está en los diarios consiste en noticias que un periodista descubrió y persiguió por iniciativa propia; y solamente el 12 por ciento de los hechos clave son chequeados. El resto es pura reescritura de cables de agencia y de RRPP. El 88 por ciento restante es, de acuerdo con la punzante acuñación de Davies, “churnalism”(*). No es de extrañar que los periódicos parezcan un poco flacos.

En lo que respecta a los cables de agencia, la mayor parte proviene de Press Association: Cuando la reina quiere dirigirse al mundo, da una declaración a Press Association. Cuando el poeta aclamado quiere publicar un poema, se lo presenta a Press Association. Cada departamento del gobierno, cada corporación principal, cada servicio policial y cooperativa de salud y autoridad de la educación envían sus anuncios oficiales a Press Association. Es la cinta transportadora primaria a través de la cual la información llega a los medios nacionales de Gran Bretaña.

Los científicos de Cardiff encontraron que el 30 por ciento de las noticias locales es un reciclaje directo de Press Association y de cables de otras agencias; otro 19 por ciento “reproduce en gran parte” este material; otro 21 por ciento “contiene elementos” de él. Lo que significa que el 70 por ciento de las notas consisten total o parcialmente de información de cables de agencia. La regla general en periodismo, crecientemente más respetada en la teoría que en la práctica, es que una información debe tener dos fuentes para ser confirmada, pero de acuerdo con las pautas de la BBC, “la Press Association puede ser considerada como una fuente única confirmada”. Esta práctica está ampliamente extendida.

Como resultado, la manera de actuar de PA es de suma importancia; y en este punto Davies vuelve a presentar una perspectiva desalentadora. La red de periodistas de la agencia se ha tornado crecientemente estrecha, con, por ejemplo, cuatro reporteros (pasantes incluidos) para cubrir toda la región de Cardiff, Gales del Sur y la Asamblea Nacional de Gales. Cada empleado, según uno de ellos, escribe un promedio de diez notas por turno: “No suelo dedicar más de una hora a una nota”. El énfasis está puesto en registrar con precisión lo que la gente dice. Como editor, Jonathan Grun lo plantea así: “Nuestro rol es el periodismo atribuible, lo que alguien tiene para decir. Lo importante está entre las comillas”. Si el gobierno afirma que Saddam tiene armas de destrucción masiva, eso es lo que Press Association va a informar. Dado que PA es la base de una enorme proporción de lo que aparece en los periódicos y dado que sus noticias tienden a no ser chequeadas, esta es una oportunidad altamente efectiva para que los Relaciones Públicas siembren notas en todos los medios de comunicación nacionales al mismo tiempo. “Logísticamente, es infinitamente preferible enviarlo a PA, antes que intentar contactar a 150 periodistas”, le dijo a Davies una de sus fuentes, un RP que trabaja para un partido político. “Y raramente somos sometidos al tipo de repreguntas que, digamos, el Sun o el Times nos harían. PA no realiza tanta investigación ni preguntas difíciles. Son periodistas, pero en gran parte son un servicio de transmisión de información.”

Así, llegamos a un lugar donde “el corazón del periodismo moderno” se ha convertido en “el veloz re-empaque de material de segunda mano mayormente sin chequear, en gran medida diseñado para servir a los intereses políticos o comerciales de aquellos que lo proveen”. En los viejos tiempos, en este punto de la historia llegaría el momento de nombrar a las Personas Culpables. Alguna vez habría habido propietarios malignos, manipuladores de la opinión pública adornados con sombreros de copa y fumadores de cigarros. Yo no estoy de acuerdo con la teoría conspirativa de los propietarios de la prensa, y Davies tampoco: él cree que la culpa es de la pura presión comercial. La presión de los costos -producir más, gastar menos- es responsable del estado del periodismo moderno.

Flat Earth News (literalmente “Noticias Tierra Plana” o “Noticias de la Tierra Plana”) desglosa las maneras específicas en que la presión es ejercida cotidianamente sobre la práctica periodística. Las notas deben ser baratas, en el sentido de “de cobertura rápida” y “de publicación sin riesgos”; es necesario “elegir hechos inocuos”, preferentemente de fuentes oficiales; “evitar el cerco electrificado”, las fuentes que garantizan problemas como las leyes de calumnia y el lobby israelí; basarse en “ideas seguras” y no contradecir creencias generales; evitar problemas de complejidad de contextos; y siempre “mostrar los dos lados de la noticia” (“el equilibrio significa nunca tener que disculparse… porque no se ha dicho nada”). Y, a la inversa, existen presiones activas para seguir noticias que le dicen a la gente lo que quiere escuchar, darle muchas coberturas de celebridades y relacionadas con la televisión y suscribir a cada pánico moral. Ese es el efecto en la textura del periodismo, la cultura de la sala de redacción. Por supuesto, la presión de los costos tiene también otros efectos más simples. Hay más espacio para llenar -en los diarios británicos, hasta el triple-, pero no se ve una equivalente expansión de los recursos para realizar el trabajo. En otros lugares, la presión sobre el personal es igual de fuerte. En 1970, CBS tenía tres corresponsales sólo en Roma; en 2006, los medios de comunicación estadounidenses en conjunto, gráficos y audiovisuales, contaban con solamente 141 corresponsales internacionales para cubrir el mundo entero.

En tanto que la presión en el periodismo se ha incrementado, la industria de Relaciones Públicas ha presentado lo que parecería ser una solución. ¿Quieren noticias? Nosotros se las daremos. Gran Bretaña tiene actualmente 47.800 relaciones públicas, frente a 45.000 periodistas. No es el caso de RRPP suplicando por coberturas para sus clientes: son mucho más astutos. Una vez que está más alerta respecto de esta cuestión, se puede observar la influencia de RRPP sobre la prensa en casi todas partes. Auberon Waugh, quien pasó en gran medida inadvertido, solía decir que detrás de toda afirmación interesante, llamativa o sorprendente en las noticias, había alguien demandando más dinero del gobierno o una nota de prensa. Esto es más cierto que nunca, sólo que hoy las notas de prensa anunciarán el resultado de una encuesta (una de las tácticas favoritas de RRPP) o un comunicado con una declaración de un grupo de presión falso, como tantas otras maniobras elaboradas para crear incertidumbre acerca de la cuestión del cambio climático. Estos grupos de presión son conocidos en la industria de Relaciones Públicas como “césped artificial” porque se basan en falsas raíces pero esto no impide que sus declaraciones y sus encuestas lleguen a las noticias.

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Así que esta es la descripción ultra sombría de Davies. Los medios informativos británicos están aplastados por la presión comercial, estrujados por la necesidad de velocidad, corrompidos por los Relaciones Públicas, indiferentes a sus mejores tradiciones de independencia, imprudentemente indiferentes a las funciones centrales de informar y chequear noticias, sistemáticamente engañados por intereses comerciales y por gobiernos y, en muchos más sentidos, simplemente indiferentes para con la verdad. Hay un fracaso creciente, extendido en toda la industria, en estar lo suficientemente interesado en la realidad. Yo agregaría un par de detalles a la acusación, vinculados al modo en que los periódicos han sucumbido ante su propia cultura interna de columnistas estrella, la mayoría de los cuales no realizan ningún intento de informar sobre el mundo, sino que sermonean sobre él. También agregaría -tomando un punto de un periodista con el que hablé, quien coincidía depresivamente con Flat Earth News– que el colapso de las noticias provoca un enorme efecto en el resto de los diarios. La mayor parte de las columnas y artículos existen en relación con las noticias, por lo que si las notas no cumplen con su función básica de informar y chequear datos, entonces tampoco lo hace el resto de las producciones. Davies no menciona eso, pero no es tan importante, ya que su descripción de los medios de comunicación británicos apenas podría ser más oscura, o más convincente. Su conclusión está en la misma clave que el resto del libro. “Me temo que pienso que la verdad es que, al tratar de exponer la debilidad de los medios de comunicación, estoy tomando una instantánea de un cáncer. Quizás ayude un poco ser capaz de ver la enfermedad. Al menos, de esa forma tal vez podamos saber en teoría cuál podría ser la cura. Pero me temo que la enfermedad es terminal.”

John Lanchester, editor y colaborador de London Review of Books, 6 de marzo de 2008

Traducción: Maxi Rizzi

(*) Churnalism podría traducirse como «churnalismo». El término proviene de un cruce entre journalism (periodismo) y la expresión churn out (producir como salchichas, en masa). No sólo implica producción acelerada, sino también mezcla (churn), en el sentido del reciclado de cables, etc.: pastiche. (N. del T.)

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